Aveces reaccionamos como por control remoto, cambiamos de opinión sin razón aparente, actuamos guiados por una mano invisible. El buen olor es parte esencial de lo que en todo el mundo se entiende como equilibrio de los sentidos y es sinónimo universal de belleza y armonía. Desde tiempos remotos las sustancias aromáticas se emplea para lograr determinados efectos. La cultura egipcia fue la primera en alumbrar algo similar a una industria del perfume. En el Antiguo Egipto ya se elaboraban esencias, aromas y aceites destinados tanto a rituales religiosos como al uso profano. Los olores están profundamente enraizados, parecen conectarse directamente a lugares y situaciones. De esta forma, transportan mensajes que desencadenan determinadas emociones, ya sean recuerdos, presentimientos o deseos. Los aromas transmiten historias de países lejanos y de personas cercanas. Y, a menudo, nos hacen retornar a nuestra infancia y nos abren las puertas del mundo de nuestros sueños y anhelos.